lunes, 28 de mayo de 2012

El periodismo de hoy en día


El viernes por la noche trataba de huir a través de las ondas del tsunami provocado por la final de la copa del rey de fútbol y la uniformidad que suponen los medios, en este caso las radios españolas. Al final encontré un debate en el que varios periodistas (entiendo que eran reputados, pero no tenía yo cuerpo a esas horas para grabar sus nombres) discutían (aunque no mucho) sobre el presente y el futuro de la profesión (de la suya, se entiende).

Hablaron de muchas cosas, pero me quedé con una: la falta de riesgo que los jóvenes que empiezan están dispuestos a asumir. Siendo una ocupación vocacional, no muchos están dispuestos como defendía una ponente, a echarse la mochila a la expalda (que , como todo el mundo sabe es donde la palda pierde su casto nombre) y pirarse a Nueva York (como hizo ella), India, África, o a cualquier sitio generador de noticias donde uno se curte a base de buscarse las habichuelas por sus medios.

Me quedé pensando, no mucho, la verdad, sobre si esa falta de vocación que se puede detectar en la escasez de espíritu de aventura podría estar relacionada con lo que podríamos llamar “falta de independencia” de los medios españoles a la hora de analizar y contar la realidad y que de hecho deberíamos llamar apesebramiento puro y duro. Tu ponme aquí el pan que yo cuento lo que me digas.

Aunque mantengo un estado de permanente estupefacción a la hora de recibir noticias de la crisis, motivado por la sospecha de que todas las mañanas alguien escribe el guión y se lo pasa a todos los que lo tienen que contar, no dejo de sorprenderme cuando llegan a mis manos noticias como la demanda y posterior sobreseimiento al presidente del tribunal supremo.

Los hechos, tal y como yo los he entendido son: este señor, llamado Carlos Dibar, ha realizado 20 viajes a Marbella, coincidiendo con viernes o lunes, a gastos pagados (suyos y de su escolta). Un vocal del poder judicial lo ha denunciado por malversación de caudales públicos, para entendernos, por utilizar fondos públicos para uso privado. La fiscalía archiva la denuncia al no existir ánimo de lucro, que parece ser un componente sinequanon para que haya delito. En fin, el presidente del supremo viajó a Marbella 20 veces y 4 días por vez, 14 de las veces tenían una motivación profesional (que en ningún caso le ocupaba los cuatro días, ni mucho menos) y 6 veces nadie sabe qué es lo que fue a hacer. Como no se ha lucrado, no hay caso. No da ninguna explicación, ni nadie la pide e “il mondo gira”.

La ciudadanía abotargada, se ha posicionado en dos frentes, alimentados de argumentos por los grupos mediáticos correspondientes. Uno, pidiendo explicaciones a Dibar y, si no las hay, la dimisión por motivos éticos. El otro diciendo que el vocal denunciante, que es un maldito resentido amigo de Garzón, dimita al no haber encontrado la fiscalía delito en la conducta denunciada. Este es el periodismo de hoy en día, la independencia y el sentido crítico.

Y yo miro todo esto, y pienso. Si este señor, que es el presidente del Supremo, la máxima autoridad de la justicia en este país, tiene este sentido de la ética personal y del servicio público, y estos son los periodistas que nos cuentan y analizan lo que pasa, yo me pregunto:

¿Andestamos?

Y lo que es peor

¿Andevamos?


Démonos por jodidos.

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