Hemos empezado con mal pie este blog. Unas pocas entradas y lo he interrumpido. Mi padre ha fallecido este 20 de febrero de 2012. Se llamaba Gregorio y ha sido un golpe brutal.
Un traicionero infarto tan repentino como inesperado dado su modo de vida, se lo ha llevado por delante. Se me han quitado las ganas de todo, y, dentro de ese todo, de tirar para adelante con el blog.
Pero la vida debe continuar. Ha pasado ya una semana y he pensado que este puede ser un buen lugar para seguir estando con él. Aquí podré hacer aportes que quedarán para el recuerdo. Mis hijos, que le han conocido de manera fugaz, tienen un sitio más donde ver a su abuelo. Espero que sea una buena idea.
Mi padre tenía 69 años. Era perito industrial, titulación tristemente desaparecida, y llevaba casi 5 años jubilado tras una carrera de 40 años entre la empresa privada (Pegaso) y la administración, donde estuvo cerca de 33 años.
A grandes rasgos, como dijo el cura en su funeral, era una persona cabal. Con principios firmemente asentados que iban más allá de las leyes y que se cimentaban en una sólida fe en Dios y un respeto por los demás que nos inculcó a sus hijos y que echamos de menos cada segundo de nuestro día a día en nuestros conciudadanos.
Tenía sus defectos, como todo el mundo. Pero no me acuerdo. Supongo que según pase el tiempo su figura quedará menos distorsionada por la idealización que me ha producido el dolor.
Gracias por todo, Padre. Nunca te olvidaremos.
D.E.P.
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